martes, 13 de mayo de 2008

BAILE SOLITARIO EN EL OPSS


Abrimos otra botella y con ella la timidez, la verguenza y las frases inacabadas quedaron sepultadas sobre la inquebrantable e insoportable levedad del ser, esa que nos fastidia una y otra vez recordándonos lo frágiles que somos; un estado delicado que podríamos alcanzar si no estuvieramos en vigilia. Seguía el choque de copas, de vasos, de discusiones meramente divertidas. Algunos habían tomado su servicio de masaje, como el buen BRONCO, el ARRT, PATRICK , JOSE LUIS y el MERENGUE. Unas caras aparecían largas e insatisfechas, otras como el buen PATRICK bajaban de los privados con una sonrisa gigantesca. A los restantes nos preocupaba más el desmad... El relajo con las lindas argentinas o con la siempre vivaz TATY era único. Las demás niñas habían partido, y si tomamos en cuenta de que no eran suficientes como para brindar un momento recreativo y sensual con cada logiano, en definitiva, pasamos a disfrutar otros aspectos dentro de la reunión. Los minutos eran cortos y más aún el colegial estado en el que nos hayabamos nos hacía perdernos. Las pósimas exhuberantes que bebíamos como náufragos sedientos, auxiliaban el formidable proceso del jolgorio, de la bohemia, de la joven noche. PALUCAS se fue muy rápido. Otro que llegó antes del rito sagrado de la cena fue GONZY que no tardó mucho en adaptarse a la tribu del sexo. Unos cuantos me relataban lo sucedido en su servicio de masaje, como ARRT y BRONCO. El buen NITRO se acomodaba en uno de los sófas y las chicas argentinas seguían emanando su escencia fraternal. Mariana, mujer fatale, una modelo perversa y a la vez delicada, una luz que perturbaba los ojos y que encendíaba los instintos. Con rubia cabellera y una sonrisa enloquecedora, me deleitó con un baile, una danza que provocó que mis circuitos se incendieran y ocasionaran un LAPSUS MOMENTUS. Por otra parte, LUCIANA, con su sexy BEAUTY MARK, iniciaba una discusión futbolera; un lindo prospecto de la sencillez, una sonrisa que idiotizaba, un cuerpo embellecido con vibrantes líneas y curvas discretas; fémina de ojos sinceros, con una pasión en sus palabras y una enérgica expresión corporal.

El adiós es doloroso, pero un hasta luego engendra una posibilidad de un nuevo encuentro, o la probable incertidumbre del nunca más, o el tal vez, aunque siempre se puede mantener la esperanza dentro de la caja de pandora, al fin y al cabo, es lo último que quedó de esa apocalíptica valija. Uno se despide como si fuera la última vez, no pensando en el futuro sino sólo en el instante mismo que suceden las cosas. Dos besos para cada dama y un abrazo de oso. Un NOS VEMOS PRONTO, y una atónita compostura de YA SE ACABO? Vertientes o una que otra línea que transgrede lo deseable. Fotos para el recuerdo y caras congeladas en una perpendicular dimensional. Sombras que quedan en la alusiva oscuridad del pasado, en los segundos muertos y las horas que acabarán sumidas en nuestras mentes. Varios estrechamos las manos en una señal finita, en una meta que acabó detrás de nosotros. El aire de la madrugada anunciaba el desceso, la muerte prematura de la reunión y con ello un nuevo capítulo en la historia de la LOGIA. Para muchos de los logianos esto no podía finiquitarse a plena hora de desvelo, en donde la fiesta apenas comienza y los cuervos se burlan de su camuflaje perfecto. Era tiempo de trasladar el momento hacia otro sitio, procurar no desfallecer tan joven cuando la longevidad nocturna nos invita a festejar los delirios, los desamores y el doloroso estado de la existencia.

La fachada colorida hipnotizaba a los despavoridos, a los amantes del deseo y la superficialidad, a los que llevaban en las venas la adrenalina al cien, a los que peregrinaban directo al rellano, a las escalinatas, a la puerta de cristal. Sin miramientos ni pudores, ingresamos al OPSS. FALCO, FREDICK, PATRICK, ABRAGON, BATMANBETO, la bella TATY y un DIABLO GUARDIAN; más tarde MERENGUE. Tomamos asiento, y nos dispusimos a seguir brindando por dejar atrás el anonimato, las máscaras y los sobrenombres. Las luces discretas y las columnas divisoras formaban parte de una pista en forma de L. Situados a la cabeza de dicha forma, eramos testigos de desnudos parciales de algunas de las chicas, que se paseaban sin adhesivos puritanos, ni canciones de GOSPEL que les impidieran el libre tránsito de sus pasiones. La barra, situada al fondo, aguardaba como un lobo dentro de una cueva, sus ojos luminosos atemorizaban, pero al mismo tiempo atraían a los vagabundos de amor, a los dolidos, a los festejantes y a todos aquellos que se alimentaban con sus sentido óptico con pieles y aromas. El MERENGUE subió al privado con una ensangrentada mujer; un vestido carmesí cubría sus exquisitas curvas, un escote de frenetismo puro impacientaba a los más débiles de temple y una cabellera castaña bajaba como cascada enloquecida por sus bellos hombros hasta llegar a su espalda. FALCO y FREDICK brindaban. TATY con su rostro cautivador llacía a lado de BATMANBETO. PATRICK y ABRAGON coversaban, mientras que el DIABLO GUARDIAN los miraba y observaba el constante caminar de piernas inmensas y vestidos de lentejuela. La música invadía cada rincón y los cuerpos reflejados en espejos verticales multiplicaban a las bailarinas en decenas y por momentos les daban una prioridad absoluta, dentro y fuera de la pasarela. El ritmo cambiaba en minutos y el sudor escurría por las frentes masculinas. Mi copa chocaba histérica con sus similares, una y otra vez. La neblina de la impaciencia comenzaba a rodearme sin tregua; una especie de locura de placer acuchillaba cada poro de mi bronceada piel. No pude evitarlo, la fuerza voraz me tomaba como presa y los temblores rítmicos de la sensualidad hacían que bailará en completo aislamiento. Me movía sin razón, sin motivo; mis piernas seguían una ruta no establecida, una línea jamás trazada. Me desvanecía como un hielo en el desierto y cada pulsación de mi corazón iba diluida con sentimientos desbordantes, y quizá recuerdos que aparecían en hirientes llagas sin fin. Los intermedios significaban un brindis más y una despedida, MERENGUE volaba a casa después de su frote de cuerpos con la dama de rojo, un adiós y un abrazo, NOS VEREMOS, exclamábamos. PATRICK hacía lo mismo en minutos subsecuentes y los últimos logianos delineabamos más placer en la esfera de la noche. Me senté apartado de mis amigos cuando de pronto se acerca una niña, se sienta a lado mío y me empieza a tocar las piernas. La miró directo a las ojos y lo primero que se me ocurre preguntar es su nombre, -JAQUELINE-, me dice. Acerca su rostro hacía el mío y me pregunta,-OYE, TE DIVIERTES DE LO LINDO,-, agrega,-BAILAS BIEN-, con un movimiento sexy besa mis labios levemente, pone su boca a lado de mi oreja, exclamando, -ERES DE POR AQUI-, niego con la mirada y le comento que soy CHILANGO, - OYE, TE INVITO A QUEDARTE-, me dice casi murmurando, -PERO CUANTO COBRAS?-, le indico, -NADA, ME ESTOY QUEDANDO EN EL HOTEL..., SALGO EN DOS HORAS, SI QUIERES PUEDES VENIR CONMIGO-, me afirma, -OK, pero-, me interrumpe,-ME TOCA BAILAR, ESPERAME AQUI-. Mi cabeza da vueltas, puede ser posible que haya sido tan fácil?, no lo creo. Salgo del asiento en el que estaba anodadado y me dirijó con los amigos a brindar de nueva cuenta y a seguir moviendo las extremidades al compás de tonadas repetitivas y pegajosas. Huyo por un momento y recorro el lugar, hago un vistazo rapidín para checar la belleza de las odaliscas. Saludo sin verguenza a los desconocidos que pasan por mi camino y a los que ven la desnudez. Escucho nombres, escucho lugares, escucho motivos, escucho invitaciones, varios tomaban mi mano con amabilidad, otros se limitaban a chocar su cristalizado vaso, unos pocos me abrazaban. Caminaba por el pasillo alfombrado de la pista, pero al mismo tiempo mis ojos cazaban cuerpos, cazaban escotes, cazaban diminutos bikinis entre humo artificial y meneos desorbitados. Una chica pasa junto a mí, me sonríe con una expresión angelical. Su rostro jovial y tierno hicieron que se derritiera mi facción homicida; piernas largas como columnas griegas, cintura estrecha y pequeño busto predominaban en su anatomía; le contesto la sonrisa con un abrazo profundo, ella lo toma gustosa y me da un beso apenas perceptible en la boca. No me dice su nombre, ya que no gesticulo palabra alguna con ella, sólo lenguaje del cuerpo y gestos faciales. La suelto y se retira siguiéndome con su mirada. Mi danza es continua e imparable, como una serenata interminable o un concierto infinito. Vuelvo a la mesa de mis AMIGAZOS, brindó de nuevo. Veo risas, veo caras sonrojadas por el alcohol, por el calor del lugar o tal vez por el bombardeo de las imágenes sensuales. Observo a TATY, sentada e indefensa bajo la barrera masculina de los galanes logianos, FALCO en primer lugar, BATMANBETO a su lado, FREDICK en frente y ABRAGON mas atrás. Voy en dirección a la CANDENTE JAROCHA, noto su expresión de sorpresa y con gritos FALQUIANOS de -BAILE, BAILE-, sucumbó ante los encantos de la veracruzana. Colóco mi cuerpo desvariante atrás de ella e inicio la danza mórbida del deseo, muevo mi cuerpo despacio, con los sentidos agasapados. Empiezo a recorrer su cuerpo; construyó en barro una figura idéntica a ella, moldeo mis placeres delineando su torso, es el desequilibrio formidable de un PRIVADO ante los ojos de los amigos. Mis manos vagas y sin guías aparentes besan su cuello, sus hombros, bajando hacia su cintura con fiebre. Junto mi cuerpo con su espalda, mientras mis palmas juguetonas suben hacía sus senos ; los aprisiono; las gotas de sudor recorren mi espalda, sus dedos, su bellos brazos retiran con lentitud mis lazos depredadores. Salgo del acto arabesco, continuo bailando en la soledad carroñera. Siento murmullos en la oscuridad, percibó testimonios amielados en ojos coquetos, en cuerpos deseables. Volteo, observo, atestiguo la conspiración de dos chicas. Ambas ríen sin cesar, se cuchichean y lanzan sus dardos que envenenan, esos que te provocan una embolía satisfactoria. Aplauden al danzante. No dejan de mirarme. Les regalo sensualidad a cambio de lindos gestos. Su reciprocidad es digna de alabar. Miran sin cesar, pero retienen sus deseos, ocultan la llama que les consume o evitan a toda costa sucumbir al espectro que las acosa. Me acerco más y las invitó a tocar mis glúteos; coloco mi retaguardia casi a lado de sus mejillas, tomo sus manos y las dirigo orquestando sinfonías de carne y aromas extravagantes. Una se resiste y prefiere mirar cautiva, la otra se deja llevar; siento el sudor de sus palmas, la calidez de su piel, las pulsaciones en aumento. Es su turno a la pista, se aleja entre neblina de miedo, entre valles de fluidos, entre fiebres de la mente, entre sueños.

Somos nada en el cosmos, somos granos de arena en el océano, viajamos grandes distancias gracias a los pensamientos, gracias a las imágenes intocables. POR QUE NO SOMOS CAPACES DE VIVIR A TOPE CADA INSTANTE?, ACASO ES EL MIEDO EL QUE NOS CORROE? Mi estadía en ese lugar, en ese preciso momento, en esa noche, con nuevos amigos, no es simple casualidad, es algo disfrutable, algo calculado para alimentar las memorias, para quizá, en un lejano futuro, hacer remembranza y sonreír por la bondad de la juventud y la ferocidad del ímpetu, de la energía. Cuando subí a la pista, atrevimiento posibilitado por la confianza, por la mordaz flama que se incendiaba en toda mi envergadura corpórea, por saborerar todo elixir que fuera capaz de suprimir mi vida diaria y transportarme a la satisfacción, me permitió acceder a un placer mágico, a un placer navegante. Bailé sin pena, baile con gloria, y la verguenza nunca fue bienvenida a mi territorio. Los logianos me miraban, los del antro, las chicas, pero yo estaba aislado, viviendo al límite sin necesidad de elevarme con drogas. Todo es fugaz, todo es veloz, todo se apresurado, todo se vuelve polvo. La chica que me había hecho la propuesta de acompañarla, se mostro indiferente después de las dos horas, EN FIN...

El término se aproximaba, los aullidos me seguían sin separarse, yo gritaba, me enfurecía, el tiempo me había vencido, pero mi cuerpo quería más y más. Todos se alejaron, se despidieron, FALCO y FREDERICK, TATY y ABRAGON, BATAMANBETO me encaminaba a su automóvil, me guiaba tan serenamente como buen samaritano. Mi furia era incesante y la noche me decía, - NO MAS, ES TODO POR HOY-. El aire fresco de la madrugada pegaba ligeramente en los arbustos de la avenida. La fachada del OPSS quedaba atrás y el camino hacia el descanso tomaba una forma pronosticable. Sentía un terror a dormir sin nadie, quería invadir como sanguijuela a los cuerpos inértes de damas desnudas. Se me prohibió la entrada al placer, y sólo tendría espacio en letargo. Recorrimos las calles vacías, las casas ensombrecidas, las ventanas sin aurea.Llegamos a casa de BB. y la historia consumió la reunión del 2 de mayo.

jueves, 8 de mayo de 2008

REUNION DE ANONIMOS


La luz del día pegaba sobre mi rostro, la mañana nacía con los rayos del sol. Abrí los ojos con algo de cansancio y miré el cuarto desconocido, una pequeña manta cubría mi cuerpo desvelado y las puertas que flanqueaban las habitaciones no me son familiares. Amanezco en la inquietante soledad, una vez más las sábanas y las almohadas son mis únicas compañeras. Hasta hace apenas unas horas mis labios besaban a rostros angelicales, mis manos tocaban la suave piel de damas desconocidas, mi embestidura alcoholizada bailaba bajo las luces parpadeantes; las risas, los relatos y las miradas de amigos recién conocidos, el choque de copas entre paredes reflejantes y vestidos ajustados. Los bailes eróticos de siluetas ensombrecidas y proposiciones que quedaron sólo como palabras etéreas habían sido mi escenografía placentera, mi ambiente folklórico, mi guión de la noche. Pero ahora sólo quedaban simples recuerdos trémulos, sólo visiones pretéritas, singulares tonadas desvanecientes y un puñado de miradas perdidas en el tiempo que me acosaban, unas con franca fraternidad, otras con deseo,unas más con algo de rencor por promesas incumplidas y otras que fantaseaban conmigo en sus más bajos instintos, pero que su inquebrantable deseo por el dinero les impedía construir una noche de caricias y besos candentes.

Entorpecido salí de la habitación, ahuyentando las cenizas que seguían atadas a mis piernas, a mis brazos, a mi torso. Busqué al dueño de la casa, busqué al hombre que alojó al diablo en su casa, al Sr. BB. No hayé a nadie. Bajé las escaleras, miré entre ventanas de luz natural, entre retratos de alegría y no percibí la presencia de nadie. Oí palabras a lo lejos, pero mi cabeza aún maltratada por las bebidas embriagantes no enfocaba bien el origen de éstas. Entré al baño y lo que miró es a un demonio, a un perturbador bajo techos de amabilidad y hospitalidad. Remojé mi rostro, limpié mis manos con olor a azufre y mis ojos reflejaban al DIABLO GUARDIAN que habíaa dormido en una casa con olor a felicidad. (Sólo espero no haber llevado mi séquito de demonios a tu casa BB). Cuando abrí los ojos después de la segunda oleada de agua fresca, lo primero que pensé fue las palabras interrogatorias del excelente anfitrión, el MERENGUE, cuando en los últimos instantes de la ya extinta reunión, preguntó sobre CUAL HABIA SIDO LO PEOR QUE HABIA HECHO EN MI VIDA, para variar, había MENTIDO. No dije la verdad por los presentes, exclamé lo primero que se me ocurrió, pero en definitiva, eso era un simple maquillaje ligero sobre la certeza absoluta de unos hechos ya muertos en el tiempo. (Me estimado MERENGUE si estás dispuesto a escuchar en el futuro incierto, te lo diré sin falsedades).

Después de salir del baño, encuentré a BB. algo fresco. Me preguntó sobre mi estado físico, y le respondí,-nada mal para una extensa cocktelería y un escaso sueño-. Me comentó que estaba apunto de salir para el DEFECTUOSO, y que si gusto puede llevarme hasta allá. Sin pensarlo y con una expresión medio desatinada por tan grato ofrecimiento, contesté que SI.

El crepúsculo de la reunión había llegado a pleno medio día. Una experiencia más había quedado varada bajo el puerto del recuerdo. La única sensación deliciosa que volvía a sentir después de tanta descepción de conquista, después de tanto fracaso con las damas, era la suave brisa que golpeaba mi desfallecido semblante. Una vez más dejaba TOLUCA, una vez más me iba sólo ante la soleada tarde del Sábado, ante la aurea infernal de un diablo que había sido guardián, pero que ahora parecía una silueta caricaturesca de la perversión y el deseo.

Cuando llegué a Toluca, el día Viernes, dos amigos me esperaban, FALCO Y FREDICK. Los saludos fueron primero, después la plática de la vida, de cosas que pasan, de UN COMO ESTAS o de UN COMO TE HA IDO. Ibamos con dirección al SPA, a una nueva reunión, a una velada agradable. LLegamos sin contratiempos, entramos a una casa de fachada blanquecina y un portón grisáceo. Caminamos hacia el interior y la primera cara familiar que vi fue la del MERENGUE. Más saludos, cuotas para la cena y adelante, hacia el rincón de la bohemia y la trasnoche. Veo nuevos rostros, un poco tímidos al principio, aunque esa señal es más que natural entre desconocidos. Sin embargo, el estrechar sus manos, el regresar una sonrisa y el emitir tu NICK, comprueba rapidamente que la timidez, es una señal inequívoca del nerviosismo que se siente al conocer algo nuevo, algo que lleva implícito el ambiente caliente y los sudores que se despiden. Saludo sin miramientos, sólo con la plena sencillez y un trazado gesto amigable. BRONCO, CAQO, ARTT, HAMMER y JOSE LUIS ya estaban presentes, apartados todavía de las chicas que, sentadas en la oscuridad plena y desbordando coqueteo, esperaban la compañia de hombres. La barra era pequeña, las mesillas eran escasas, la música se escuchaba débil, y los demás, pendientes para dar el primer paso a la convivencia. Preguntas tenues, palabras trazadas bajo minúsculos sonidos. Las copas transitaban poco a poco. Los logianos llegaban lentamente, ABRAGON, AMERICANISTA, TOLUCOMAX, PALUCAS, PATRICK, BATMANBETO y NITROMEN hacían acto de presencia durante el transcurso de la noche. El ambiente crecía, apesar de que el escenario de la obra era pequeño y algo claustrofóbico. En esos mismos lapsos de reconocimiento, de saludos, de pláticas que empezaban a crecer y a mantenerse, TATY bajaba perfurmada, entallada con un traje negro que dejaba al descubierto sus hombros delicados, coloreados por una piel blanca y humectada. Saludó a todos sin excepción, caminaba despidiendo sensualidad por las mesillas hasta topar con la del rincón, esa que se encontraba junto a la barra y que era ocupada por varios de nosotros. Sedi mi asiento a la dama. Mi viaje había sido tedioso, algo estresante y mis músculos fastidiados por los asientos continuos de los transportes, preferían permanecer de pie, relajados. Comenzamos a platicar muy superficialmente, de algunas cosas simples, algo para romper el silencio asechante. La dejé en compañía de los demás y me dirijí a otra mesilla, a compartir palabras y situaciones de la vida. Primero fue ABRAGON, un hombre que se le facilita las charlas. Brindando y siguiendo la línea del habla, conversamos de todo un poco; PATRICK B. y AMERICANISTA nos acompañaron a las pláticas cuando de repente dos atractivas mujeres llegaban, adornando su caminar, con sonidos provocados por tacones. Saludaron sin indiferencia y tomaron asiento junto al SR. BB, CAQO, FALCO y PALUCAS. Sus voces con acento tan particularmente ARGENTINI y sus rostros embellecidos con mascarilla discreta y ligeros toques de negro en sus ojos claros, no podían más que pertenecer a las bellas LUCIANA y MARIANA. Mujeres que dieron un toque altamente sensual a la velada. Intimas que se unían a la ya bien ambientada reunión. Amigas de la vida, amazónicas, grandes conversadoras y deliciosas damas, que con su efervecente ánimo pusieron en JAQUE MATE a su servidor: mi debilidad, LAS CHIVAS.

El sazonado olor de los tacos se empezaba a percibir, a degustar. Los estómagos vacíos disfrutaban los ingredientes picosos, carnosos y exquisistos de la cena. Cada uno pedía lo que más le apetecía, cada uno eligió el lugar más cómodo para llenar ese placer eterno del alimento. Pedimos sin consideración, cada mordida, cada saboreo iba acompañado de relucientes carcajadas, bromas y comentarios llenos de asequible buen humor. Las copas pasaron a segundo término por un instante. La longaniza, la surtida, el suadero, el bistek, la salsa bien pimentada, los huevitos, las tortillas y el etílico sabor de la bebida hicieron de está cena, una delicia noctámbula. Seguiamos en el camino de las charlas, NITROMEN contaba su amor por la velocidad, HAMMER recomendaba los tacos con huevo, ABRAGON disfrutaba de su platillo, AMERICANISTA hacía lo mismo con un toque mucho más serio. Por el otro lado FALCO y FREDICK acompañaban a la dulce TATY, mientras PALUCAS no daba tregua a su carnoso taco. MERENGUE y el hombre de seguridad que lo acompañaba llegaban al lugar del sazón con cierto retraso, pero con la firme intención de engullir varias platos de carne frita. No podía más, mi estómago estaba satisfecho y mi corazón más que contento. Varios decidimos volver a la zona del bar, apenas las manecillas inquietas marcarban la medianoche, y las bestias hambrientas de diversión solicitarían una libre admisión para seguir componiendo melodías malditas por el resto de la noche.

jueves, 7 de febrero de 2008

LA CREACION DEL ANGEL (3A. PARTE)


El viento asolador que pegaba mágicamente sobre mi rostro, indicaba una cosa, la llegada del último tren. Con sincronía perfecta, los metales coloreados por el naranja de la noche inundaban todo el desolado andén. Una tonelada de cristales, un ejército de puertas automatizadas, varias docenas de neumáticos electrizados, focos ardientes que pululan en la oscuridad y un conductor solitario engullido por decenas de controles, marcaban la hora para partir y alejarme de los pensamientos apocalípticos que asolaban mi mente.

Como en camára lenta, mi abrigo se ondeaba con libre albedrío por la atmósfera subterránea de la estación, mi cabello se alborataba, bailando al compás de los aires, de las ráfagas invisibles que producía aquel coloso agusanado. El sonido característico de advertencia se entonaba con discreción, un himno para los vivos, una sentencia de muerte para los suicidas, una melodía cabizbaja para los deprimidos o una musiquilla llena de virtuosísmo saltimbanqui para los niños inpresentes. Los vagones se detenían con total sigilo, cansados de una tortura de masas, de estar continuamente albergando a desconocidos, a fantasmas que se inmutan o que cortan su lengua en las multitudes. Al entrar al espacio vacío e inundado de luces del tren, noté dos siluetas a lo lejos, dos personas adormiladas en la ya cercana media noche. El pasillo se constipaba de mugre, diversas latas, algunas bolsas de frituras y huellas pérdidas en la superficie, brindaban una imagen desoladora, un paisaje del viejo oeste con luces alargadas, una manera ineficaz de disfrutar algo que, continuamente se reduce a un espacio entallado con olores nauseabundos impregnados en el ambiente. El cierre de puertas contenía el ambiguo deseo de llegar al hogar o simplemente de simular un destino, mientras en casa sólo esperan los llantos de la soledad y una cama sin cuerpos.

Las vías rechinaban en ciertas ocasiones por el oscuro pasadizo, frenajes constantes impedían el deslizamiento perfecto entre un gran falo naranja y su tétrica vágina subterranea,. Un eterno coito, prolongado por descansillos iluminados, una embestida profunda que hacían participes a tres individuos con rostro de cansancio, de pesadumbre, de tristeza virulienta que se transmitia por medio de esporas microscópicas pegadas en todas las entrañas del tren. Jugabamos a existir, un juego que sólo se puede complicar por la inventiva del ser humano, ¿Qué es lo que complica la vida?, la misma gente, diría Cary Grant en el film TU Y YO, a su amada, interpretada por Deborah Kerr. La gente, vaya ironía, el mundo se cuestiona el por que de sus desgracias, el por que de su incomunicado modo de existir, el por que de su frenética busqueda del amor, y la respuesta vuelve cabalgante hacia su mismo sitio, LA GENTE. Eso es lo que se podía oler, percibir en un vagón lleno de muerte y sosobra. Dudas, cuestiones, preguntas, incógnitas, flotaban en los escombros del vagón, sin que estás pudieran, con un mínimo de florecimiento, ser resueltas por tres cadáveres en total descomposición.

La siguiente estación y el mundo seguía igual, nada había cambiado, sólo unos cuantos kilogramos de peso menos definían el estado del tren. Un individuo había salido por la borda, hacia el acantilado de tiburones y pirañas, esperando ese bocado soñado entre sus mandíbulas. Los pasos que dejaban rastros de inquietud en la estadía de color verde, sólo podían definirse como mezcla de un cansancio laboral y una desilusión amorosa. Aquel rostro que logré percibir en ese cuerpo débil, fue un rostro de amargura, de un hombre que, tal vez se encontraba en el cenit de una vida. Maduro, de aspecto conservador, con algunas canas dibujadas en el cabello, esas que solo suelen significar una cosa, la adicción al trabajo, la adicción a la rutina o tal vez la temprana maduración del cabello. Un portafolios le hizó guardia durante su viaje, durante una travesía debajo de la tierra. La corbata que hizo relucir su camisa algo descolorida, más que pertenecer a una prenda de buen vestir, asfixiaba su cuello, haciendolé pensar que su falta de oxígeno, podría disminuir esos pensamientos, que por unos momentos reflejaron unos ojos vidriosos y llenos de una melancolía desgarradora. -Adiós pasajero, te veré en otra vida- meditaba en mi mente. Las puertas cerraban de nuevo sin ningún rastro de humanos que abordaran.

Segundo acto. El despegue hacia el espacio exterior, sin estrellas, sin cometas, sin galaxias, sin la mínima señal de algún meteorito que pusiera en tela de juicio nuestro seguir en la nave naranja. Túneles de oscuridad delineados estrepitosamente por flashes de ambrosia, de un caudal sádico de mentiras que revolotean en la telarañas de los techos. Ecos, sonidos que atormentan cuando sólo oyes el ruido del transcurso, ¿Alguién ha puesto énfasis en los sonidos del metro, en las miradas, en los rostros, en los caminares, en las pláticas, en las conquistas, o en los besos? No sólo eso, ¿Alguien ha sentido el palpitar del gusano? PUM, PUM, PUMMMMM! sonaba cerca de la ventanilla. Una corriente sanguínea que salía directo hacia mi. Su corazón, un tambor enorme que entonaba una marcha a la guerra, directo a la caza de los chacales o a la tétrica tumba grabada con cinceles y cuñas. PUM, directo hacia mi cabeza. Una invasión de visiones del pasado, voces que se oyeron durante el día, cantares de músicos urbanos, vendedores, niños en llanto, mujeres platicando, hombres empeñados en deslizar sus manos en cuerpos ajenos. PUM, y el otro inquilino con los ojos cerrados y el cuerpo echado entre los asientos. Ningún signo de vida en el vagón, sólo dos bosquejos tirados por hilos de angustia. PUMMM! el metro seguía latiendo, más vivo que los humanos y menos muerto que una roca. Y la voz grabada de una dama anunciaba la siguiente estación.

TUUUUUUUUUU! indicaba el sonidillo emergente al cerrarse las puertas. Miraba al hombre que llacía inmóvil, al parecer sin signo de vida. Notaba que su cuerpo estaba sobre dos asientos, cubierto por una chamarra de piel. Una gorra hacia lo mismo con su cabeza y unos lentes cubrían sus ojos. Sus brazos y manos se escondían entre su inmovilidad, entre la quietud de su ser. Me acerqué un poco para observar mejor. Recorría cada asiento con sigílo, vigilando que no despertará de su sueño. Cada paso que daba era resguardado por cada halo de luz que quedaba atrás. Me planté enfrente de su acostada silueta, lo toqué debilmente, sólo para comprobar que estuviera dormido, no dio signos de respuesta, volví a repetir el procedimiento con un poco más de fuerza- Que pasa-, contesta medio atolondrado mientras sus manos quitan la descolorida chamarra,-Que pasó, quien eres-, me pregunta con un tono desabrido, -Nadie, no soy nadie, sólo quería...-, no logró terminar la frase. Con un súbito ademán y una expresión desorientada comenta -¿que estación es?-, -A...-, le replicó,-Ya me pasé, chirriones-, exclama con un claro reflejo de dolor.

Las luces aparecen poco a poco, y lo que antes fue negrura, ahora se ilumina con total banalidad. El movimiento es mucho más lento y predecible; la gran maquinaria electrificada se detiene una vez más en un apartado bajo tierra. El hombre, que hace unos instantes roncaba en la soledad del vagón, empezaba a enloquecer después de estar desfallecido rumbo a su hogar. Según sus balbuceos desquiciantes, había pasado su estación hace largo rato, y su suerte, al abordar el último tren del día había desaparecido. Las puertas abrieron en otra repetitiva sesión de rutinas mecánicas, y cuando esto sucedia por enésima vez, la silueta del hombre dormilón salía velozmente por los pasillos fantasmales hacía la superficie del mundo. Adiós durmiente, adiós.

Volví a mi asiento algo desconcertado todavía sintiendo el infortunio del penúltimo pasajero, aquel que había huido de su sueño para enfrentar los monstruos de la realidad, para sentir nuevamente el acoso de la pesadez existencial; un globo de atlas que acosa a los seres que aguardan en los caminos iluminados o en contraparte, en los caminos oscuros de los bosques de la vida.

El sonido nuevamente se filtraba por el andén, un chillante monolito de aire que desquicia y advierte. Miró con fijación el techo, a un punto cercano a los ventiladores; mi cansancio es tremendo, subó mis piernas al asiento continuó y me recuesto sobre la cromada superficie. El frío es leve, los ventiladores frenan un poco se empuje y al igual que yo, descansan de un día salvaje. Cierró los ojos en medio de vagones unidos, entre ventanas de velos grisáceos, entre una niebla que emite el vacío, el silencio. Una rapsodia entraba con sigilo, escondida en un valle de aisalmiento, encapsulada por escoltas etéreos, flanqueda por enormes muros, extraviada sólo en mis pensamientos olvidadizos.

Los minutos parecían alargarse, extendiéndose como serpientes sobre arena, zigzageaban largos períodos antes de que las manecillas marcaran los 60 pasos hacia el olvido. El tren seguía sin avanzar aguardando, esperando a fantasmas, que encadenados a la no existencia caminan por puentes nigromantes. Un sonido leve viajaba con libertad por las lozetas, armónicamente cobraba viveza con patrones distinguibles. En busca de respuestas auditivas, miraba los pasillos desde mi asiento en busca del iniciador de tan bello canto semejante al golpeteo de tacones sobre una superficie liza y abrillantada. Para mi sorpesa, el ruidito finalizó su melódica procesión a unos metros del vagón. Cuando decidí echar un vistazo hacia los pasillos, las puertas cerraron precipitadamente. Volví hacia mi lugar con algo de incógnita; ¿Quién caminaría a esta hora tan libremente en la estación? ¿El sonido realmente pertenecía a pasos sobre tacones? ¿Y por qué no logré ver al causante de semejante anomalía? ¿Acaso estaré ciego? ¿Acaso estaré soñando? ¿O tal vez empezaba a fantasear despierto? No, claro que no, estaba casi seguro de que había escuchado un caminar perdido, un caminar de...

El metro avanzaba, seguía triturando la tierra, haciendo vibrar el submundo; una gota de sangre naranja que recorre las arterias negras; un pulso que imana de las entrañas nauseabundas del hades, una chispa electrificada que transita por tierras muertas. Temblores paseantes que desencadenan una catástrofe peculiar, una tempestad de emociones en un lúgubre escenario. Adornos grisáceos, luces clavadas en las mortajas de las paredes lastimadas. Todo estaba preparado con antelación, todo estaba en calma, agasapado o probablemente escondido en la neblina de incertidumbre. Todo estaba a la espera de la tercera llamada hacia el inicio del encuentro, de la creación.

jueves, 17 de enero de 2008

PASION EN LOS TUNELES. PRELUDIO ANTES DE LA CREACION


Marqué los números que, algo descoloridos y borrosos, se mostraban en el pedazo de papel cuadriculado. Uno por uno oprimía en el celular, subyugados bajo las sudorosas yemas de mis dedos. Cuando escuche su voz, mis nervios entumieron gran parte de mi boca- BUENO, BUENO-, brotaba una vocecilla dulce del otro lado de la línea; mis palabras se bloqueban, como perforadas por taladros de concreto, era complicado intentar gesticular un simple BUENO por una línea que, aparentemente te resguarda de un anonimato perecedero. En el momento que contesté sentí un balde de agua fría sobre mí, cada gota de ese líquido inexistente, caía hacia mi palpitante corazón, que conforme aumentaba la tensión, enloquecía dentro de mi pecho como un volcán apunto de explotar. -A... eres tú-, contestaba la melodiosa voz de una mujer,-Se que eras tú, por que no constestabas-, exclamaba, -Como estas-, la típica frasesilla introductoria salía de mi como un cohete fallido, -Ay que milagro, te puedo ver al rato, salgo en 30 minutos, puedes venir por mí-, decía la otra voz con vibraciones amables y sinceras,- OK, salgo para allá-, finiquitando la conversación con una sensación de franca imbecilidad. Agarré las llaves de la NEGRA SUZI, la que alguna vez me acompaño por senderos de pasión, y salí en busca de un encuentro sobre el solsticio de primavera en un año pretérito, ya auscente de presencia temporal, pero resguardado en el baúl de las memorias.

Miré el reloj, diez treinta, y las manecillas ansiosas seguían su paso apresurado a la eternidad del tiempo. TIC, TAC, TIC, TAC, se oía por el andén solitario de multitudes acechantes, de cuerpos que pisotean el silencio y la tranquilidad añorante. Esperaba con remolinos en mi cabeza el encuentro con M... Remolinos que me provocaban tempestades tropicales, de esas que inundan hasta el más alto de los pensamientos situados en la cumbre de la subjetividad.

El tren anunciaba su llegada con una rafaga de viento, mi abrigo se ondeaba al ritmo de las notas del aire, mi cabello se alborotaba con desquicia y mis manos seguían putrefactas en mis bolsillos. La estadía en aquel lugar, significaba la conmoción de mis sentidos, un nerviosismo angustiante y el brote de sudor en las palmas de mis manos. Las puertas se abrían en sincronía, pocas almas dejaban atrás sus asientos en aquel gusano naranja, otros seguían su camino, y para mí, una silueta a lo lejos.

La figura dibujaba trazos de malicia con pasos de lujuria. Sus tacones se escuchaban retumbar por toda la estación, su vestimenta inquería en las etéreas formas del cielo, cada vez que la veía más cerca de mí, intuía que, tal vez, mis constelaciones estarían acosándome en poco tiempo. La ví sonriente, me saludó con precipitación. Recuerdo notablemente sus rasgos aquella primera vez que la ví. Estaba sola en un pequeño café de la ROMA, tenía sus piernas cruzadas y un cigarrillo en la mano, su bebida humeante se mezclaba con la mesilla color marrón del lugar, su rostro palidecía ante el frío desquiciante de la noche, sus labios enmarcaban el ejemplo perfecto de la sensualidad, sus ojos cristalizados por lágrimas en espera, se matizaban en un amielado color, protegidos por inmensas pestañas y un delineado negro. Ese rostro seguía intacto delante de mi vista, embellecido un poco más por una sonrisa que debilitaba a él más rudo de los gladiadores .

Un beso en la mejilla, un abrazo de reencuentro, un saludo de cortesía, una mirada que hipnotizaba, todo un paquete que hace soñar, o por lo menos, hace valer la estadía en la iluminada estación del metro. Tomó mi mano, y platicamos de la última vez que tocamos nuestros rostros, de la última vez que nuestras penas y delirios tomaron forma, y en nuestros dolores volaron con aleteos trémulos, y nuestras pasiones y deseos quedaron pendientes. Cerrando ojos, abriendo las manos, sintiendo su aliento sobre mi cara, me dijo- BESAME-, mis labios como encadenados por grilletes transparentes siguieron la ruta hacia su húmedo carmesí. Un leve movimiento, de esos que rompen estados catatónicos, fue el iniciador de una hecatombe, de una lucha frenética de labios, de olores y de antojables presencias de la lengua. Osculos de perdición, llenos de fuego, alimentados por la furia de mareas cálidas y olas incandescentes. Susurró a mi oido, -Te tengo una sorpresa, sólo sígueme-, tomando mi mano, me dirigió hacia el final del andén. El llegar de otro tren en pleno acto de fundición de caricias con una inesperada danza invisible, despertó en los dos una gigantesca pasión hiriente, de esas que invaden las entrañas del alma. Abrió agilmente la puerta de la cabina del condutor, la que en ese momento carecía de control, y me jaló de la camisa con violencia hacia la boca de las fantasías, entre la oscuridad y la luz.

Las pinceladas empezaban a vivir sobre el lienzo, cada color tomaba su posición, cada matiz coloreaba nuestras siluetas en medio de la penumbra. La mezcla vivaz nos envolvía con su más tenebrosa fórmula, dos cuerpos bailando entre mecanismos y controles automatizados, dos cuerpos semidesnudos que aparecian y desaparecian con la danza de reflectores. Ella besó mi cuello con desquicía, mordiendo cada parte, bajaba con sazón hacia mi pecho, lamiendo todo sin excepción. Sus piernas se entrecruzaban con las mías, en un juego perfecto de serpientes enroscadas, listas para fundirse entre venenos. Su boca infernal se apoderaba del inquieto inquilino resguardado entre telas de algodón y resortes. Intensas ráfagas de humedad cubrian mi hombría, cada una de ellas refrescaba el incendio que empezaba a surgir sobre mí. Desorbitado entre felaciones y arañazos, tomé su cuerpo con violencia, aprisionándola sobre la puerta. Viéndola de este modo, mis demonios se apoderaron de su alma en una intensa lucha por sobrevivir a una próxima muerte. Deleite mis sentidos con su piel, toque hasta el más escondido pliege de su anatomía. Su boca, sus labios y su sexo, fueron víctimas graves de un acoso psicótico y sicodélico. Sentir su angustia, su deseo, su deliciosa calidez en mí, por medio de un bello ritual de embestidas y cabalgatas frenéticas, ocasionaba choques eléctricos sin parar. En cada estación surgía una mirada, una legión de voyeuristas con máscaras de brama, de enloquecimiento, miraban extasiados a un par de sombras amándose, tocándose en un trance melódico y a la vez sádico. Sin cesar el amorío, la penetraba una y otra vez, en un festín de líquidos. Continuamente me bañaba con sus perfumes, con sus cascadas vaginales, mientras mis labios ahogaban su aliento entre mi boca, atrapandoló y encarcelándolo en una celda flanqueda por mi lengua torturante. Mis manos se apoderaban de sus tetas, que pedían auxilio a la emboscada abasallante de mis dedos. Los gritos de placer que salían de nuestro ser marcaba la culminante batalla de placer, los dos sentimos el apoderante poder del orgasmo en medio de cristales empañados y huellas de deseo.