miércoles, 3 de octubre de 2007

RECURSOS DE UNA MUJER O LA MUJER DE RECURSOS


Esta historia sucedió cuando era un chico de 18 años y recién había ingresado a trabajar a un centro comercial cercano a mi casa. Tenía como un mes de haber salido de la escuela y me preparaba para entrar a la Universidad, sin embargo hubo algunas circunstancias en el entorno que retrasaron mi ingreso a tan deseada etapa. Aprovechando el tiempo de ese lapso de receso estudiantil, decidí ingresar a trabajar para juntar algo de dinero y poder pagar mis estudios. En esa época se estaba construyendo un centro comercial algo descomunal por esas zonas y por consiguiente se solicitaba personal para distintas áreas y departamentos. Decidí, entonces, trabajar en una de las tiendas de ropa que plagarían toda la plaza. El día que me citaron con mis papeles para una entrevista, iba un poco nervioso por la novatez en estos asuntos laborales. Al llegar, una señora de más de 40 años nos hizo esperar a una docena de chavos y chavas que igual que yo, deseaban trabajar en la tienda. Mi turno llegó y entre un poco tenso a la oficina de Recursos Humanos, al mirar hacia el escritorio mis ojos se regocijaron y mi cuerpo, antes tenso, quedo varado entre una discordia de nerviosismo y exitación. La mujer que se hallaba sentada no era exactamente una diosa de revistas de moda, pero tenía un rostro sumamente delicado, fino en sus rasgos y unos ojos tan grandes que centelleaban tonos miel y verdosos, su pose era propiamente la de una mujer algo conservadora, aunque un ligero escote se asomaba tímido en un traje sastre de color gris, su piel era blanquecina con algunas pecas en en su nariz diminuta, aunque algo respingada, su boca era delgada, pero sus labios resaltaban gracias a tonos rojizos que brillaban en esas delicias. Mi estado era de exaltación, una ligera ola de temblorines inundó mi cuerpo cuando me empezó a deleitar con sus sonoras palabras. No escuchaba, nada en absoluto de lo que ella estaba preguntando, mis respuestas eran practicamente automatizadas y cortas. Cuando la entrevista llegó al punto final noté que en su mirada y una sonrisa discreta nunca fueron gestos disfrazados, como cuando alguien sólo muestra su buena educación y modos, yo sentía que esa forma de actuar no fue completamente indiferente hacia mí. A mi forma de ver creo que le había agradado a la chica.

En pocos días recibi la llamada de ella confirmando mi contrato en la tienda de ropa, su voz en el teléfono me producía una ansia enorme de placer, sonidos que entraban en mi sentido auditivo y me paralizaban mis nervios en una estado de trance mágico.

Empecé a trabajar a principios de ese año, la afluencia de gente en la tienda era algo pesada y fluida, muchas chicas adolescentes miraban extasiadas algunas prendas de marca importante, su cuerpos juveniles provocaban un aire embriagador de feromonas en el ambiente, los probadores eran sitios mágicos para mirar discreta y secretamente aquellas curvas que iban definiendo texturas y zonas de placer. La marca del VOUYERISMO siempre enmarcaba los deseos escondidos de algunos empleados, incuyéndo a un servidor. Dirán que eso es rebajarse o que puede ofender ciertas opiniones, sin embargo la edad, los impulsos, la inmadurez y el continuo coqueteo de las clientes prevalecían como motivadores de esté ferviente placer de las miradas secretas.

Cierto día, la embellecida mujer de Recursos Humanos, fue de compras a la tienda, cuando la vi, mi pulso aumento de inmediato y mi temblorina apareció en mis piernas. La mujer se paseaba entre telas, colores y costuras, su coqueteo involuntario (DELIBERADAMENTE DISCRETO) me provocaba una ansía colérica. Al fin, cuando la tope de frente, ella sonrió timidamente y me lanzó un HOLA, yo atónito de que me reconociera, la saludé titubeante. Sin más, empezamos a conversar. Su voz cautivadora entraba palpitante sobre todos mis sentidos. Un mareo aligerado me invadió mientras su figura tempestiva relucía bajo el diseño minimalista del local. Sus palabras mantenían mi atención casi al grado de embrutecimiento, sonreía, volteaba, gesticulaba de un modo que me hizo erizar todos mis vellos. Después de una aligerada plática me interrogó acerca de una prenda que ella quería adquirir, le comenté que no sabía nada al respecto, que tenía que preguntar a las demostradoras sobre ropa femenina, su mirada cambió de semblante y se acercó hacía mi diciendo QUIERO QUE TU ME ATIENDAS, mi rostro se sonrojó y le dije que me esperara un momento. Fui con una compañera para que me asesorá sobre la prenda. La chava complaciente y servicial me ayudó sin que el gerente notará mis intromisiones en terreno no permitido. Fui sin apresurame con la CHAVA DE RH para mostrarle la prenda, su pose era torturadora para mis pupilas, contenía una fragancia adictiva, algo embriagadora y sumamente desconcertante, me miró sin despegar sus ojos de los míos, le mostré la prenda y ella la tomó un poco desinteresada, me dijó que el motivo de su visita no era el comprar algo de la tienda sino que deseaba platicar conmigo. Antes de partir, me tomo de la mano con delicadeza rozando sus dedos con los mios y en esa acaricia solemne, ella había depositado un trozo de papel con un número telefónico.


Al siguiente día le hablé, al contestar, su voz sonaba algo titubeante y un poco delirante, me dijó que si la podía ver en la tarde y bueno como era mi día libre accedí de inmediato. Me citó en un parque de una zona en la que había un hipodromo antes, cuando llegué ella estaba sentada con un ligero aire de tristeza, al ver mejor su rostro noté algunas rastros de lágrimas, sus ojos contenían una humectación cristalizada que la hacía verse BELLAMENTE-TRISTE. Platicamos respecto a su estado y me dijó que su novio la había engañado con su hermana y que sentía una empatía colérica por la traición de su consanguinea, no por la de ROMEO. Traté de consolarla lo más que pude, hasta que en un recurso que siempre me da resultado en ese tipo de momentos, le logré sacar una sonrisa. Cuando la volví a mirar su semblante había cambiado a uno más vivaz y reluciente, sin más me preguntó sino quería acompañarla a su casa, la cual estaba a un par de cuadras de ahí, volví acceder embrutecido y dopado por su BELLEZA.

Caminamos hacia su puerta, el ocaso se acercaba, y los árboles se meneaban al compás de un aire fresco y purificador, las escalinatas nos separaban centímetros, ella me agradeció el haberla escuchado, resaltando que ambos eramos todavía desconocidos, sin contemplaciones , sin avisos, ni permisos, le di un beso, que al principio fue un poco timido, sin embargo ella lo aceptó y empezamos a frotar apasionadamente nuestros labios, su aliento me ahogaba, me asfixiaba, mientras su lengua entraba humedamente en mi boca, la tome de la cintura y el beso se volvió frenético, sus labios eran atrapados por los míos con ligeros movimientos circulares, ella me tomó de mi rostro y hundió toda su boca con la mía, dejándome sin respiración, mi mano subia cada vez más por su cintura hacia sus delicados pechos cuando se separó de mi bruscamene, me tomó de la mano y entramos a su casa. Volvimos al acto salival, los labios enloquecían por aprisionarse uno sobre el otro, el acto mismo nos hizo soltar un ligero gemido que salía disparado al aire cálido y semioscuro que nos rodeaba, ella comenzó a quitarme la playera, mientras mis manos recorrían sus pechos con total delicadez, pero con una lujuría absorbente, me tumbó sobre el sofá y empezó a besar mi pecho con ardiente deseo, recorriendoló todo hasta llegar a mi vientre, fue desabrochando mi pantalón, al mismo tiempo de que sus manos aprisionaban mi pecho, casi al grado de arañorlo, su mano llena de fiebre y cobrando vida propia acarició mi pene, masajéandolo lentamente, hundió su nariz sobre él, y su lengua dejaba rastros transparentes sobre la venosa carnocidad cada vez más hinchada. la levanté de la cintura, pero mis manos resbalaron hacia sus glúteos, mis manos agarraban todo su contorno redondeado, su trasero era encarcelado por desconocidos miembros lujuriosos, me hinqué despacio mientras mis labios rozaban sus pezones y bajaban por su contorneado vientre, Mi lengua frotaba con fervor su monte de venus, en busca de la deleitable embriagadez del deseo, bese todos sus labios, su clítoris se bañaba enrojecido por la humedad de mi boca. Sus piernas se alzaban al cielo, invitandome a unir nuestros cuerpos en un valle de despecho, resentimiento y olvido. Hundí mi miembro lentamente, comencé a moverme con discreción, cuando de repente ella soltó una lágrima de sus divinos ojos, yo la miré desconcertado y me dijó que siguiera, que lo estaba disfrutando, pero que no dejaba de pensar en JULIETA su hermana y en su traición, mi ritmo cambió y me separé de ella. le dije que no podía seguir si sufría y su mente volaba por el DESAMOR, le dí un abrazo y salí de su casa DESCONSOLADO partiendo hacia la noche, mi verdadero hogar.

Los días pasaron como pasa el viento sobre el follaje verdoso, las horas se volvían hojas desechadas por un escritor desangelado. Mi trabajo en la tienda, estaba por llegar a su fín y mi nuevo mundo universitario me esperaría con incertidumbre. Marey, la chica de RH, volvió a llamarme un día, me habló de su hermana y la conexión que las unía, su amor reconciliado y su total fraternidad vuelta a nacer entre ellas. Esa vez Marey lloro por la traición de su novio y Julieta, pero conoció a un chavo que le otorgó un momento que la hizo olvidar el dolor, pero que no podía amarlo. sino guardarlo como un simple recuerdo.

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