viernes, 7 de septiembre de 2007

DEL VINO Y SU LOCURA


El beber, oh que arte éste, el de poder saborear líquidos destilados, reposados, cosechados y tratados. Una cava maldita que nunca se acabará debajo de ese sótano húmedo y escondido, aquel que yace dentro de nosotros. Oh adoradores del vino, de la chela, del tequila, del vodka, del whisky, del ron, del brandy, del anis, del champagne, aquellos que impacientes esperan el momento para deleitarse de la amarga bebida, ésta que ocasiona que actuemos como LOBOS en brama, que nos hace bailar como todos unos PACHUCOTES, que provoca el libre tránsito de palabras con aliento desfigurado; los sorbos, unos cargados de furia y pasión, otros de apaciguamiento, relajación y entablamiento; tragos que se desbordan por las paredes linfáticas con expresiones de enloquecimiento y actitudes cambiantes, YEAH! Torrentes rasposos, acuosos y viscosos que llevan una oleada de contrastes, una marea elevada capaz de rejuvenecer al más viejo o embejecer al más niño.

Ay! Alcocholito, tu que complementas los granos, las cebadas, las vids o los magueys, ese complemento que trasciende en la mente; contamina su ambiente y lo cubre temporalmente de una locura retocada. Los poetas surgen gracias al VINO, se desata un resurgimiento de soñadores, cuando el brebaje invade a incalculables seguidores, novatos o expertos, nadie nace experto bebiendo, eso se hace con el tiempo, y el tiempo congratula a todos aquellos que logran el BUEN BEBER.

Cuando uno transita las calles dentro de la noche, el deseo por sentarse a disfrutar una copa es el pensamiento más común de los NOCTAMBULOS. La noche se hizo para disfrutarse, y en ese regocijo, el caminante de penumbras busca sus objetivos primordiales: LA BEBIDA y LAS MUJERES, OH LA LA! Mucho se ha comparado a la creación perfecta celestial con la creación perfecta terrenal, es decir LA MUJER Y EL VINO, ambos conjuntan los mayores deseos, sueños y placeres dentro de la existencia. Se han escrito infinidad de versos, poemas, ensayos acerca de tan grandes creaciones; muchos suicidios son provocados por ambos, ya sea por el deleite enloquecido, por los excesos o por las múltiples visiones imaginarias o reales que se improvisan tétricamente en la fastuosidad del género humano.

DIOS creo a la mujer, pensando en la soledad y en la minúscula presencia que representaba el hombre en el paraiso, el hombre quedo agradecido por semejante REGALO; una compañera, que más que eso, lo llevo a perder la cordura de sus pensamientos y a tratar de crear todo un mundo para ella. El HOMO, en su camino por la ambivalencia y la dualidad torturante que pulsaba en él, gracias a los encantos de las FEMINAS, creó el VINO, un apaciguador de su relidad, un escape cósmico que le permitía circundar en los límites del tiempo, en el desenfreno desquiciado de un viaje que traspasaba de la alegría a la tragedia. Su invento ocasionó un cambio total en su entorno; el hombre no sería el mismo jamás.

Por lo pronto, me iré a tomar unos tragos, MODERADOS, de un vino TINTO.

A su salud

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